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Me enamoré de un muchacho, porque era igual a mi ex

Encontrar un nuevo amor, después de una ruptura, puede ser muy tardío para unas o muy rápido para otras… en mi caso, me tomó dos años. Dos años en los que la tusa casi acaba conmigo, pero no les voy a contar eso, les voy a contar cómo me enamoré de un muchacho de mi universidad porque, físicamente y personalmente, se parecía muchísimo a ese ex tormentoso.

¿Cómo fue que eso pasó?

En la universidad cuando inicias un nuevo semestre, escoges nuevas materias, por ende, conoces nuevas personas que tal vez no habías visto en clases anteriores. Así pasó, en una clase nueva, lo vi entrar por la puerta. Al principio dije como “se parece demasiado, qué raro”, pero lo ignoré porque no pensé que él me fuera a llamar la atención. ¡Equivocada!

Después de unas clases, tuvimos que armar equipos de trabajo, y él sobró, vaya coincidencia que a mi grupo le faltaba una persona, ¿el destino? Tal vez. ¿La falta de interés por hacer parte él de un grupo? Totalmente.

La cosa fue que creamos un chat en WhatsApp para estar todos atentos de lo que teníamos que entregar para dicha clase, ahí ya me empezaba a llamar un poco la atención porque tenía unos apuntes súper chistosos, y yo claramente me moría de la risa con él.

Empezó toda la odisea

Una noche, me escribe a mi chat personal. Sí, no al del grupo de trabajo, sino a mi chat personal. Yo ya estaba un poco más emocionada con él, porque cuando me escribió mi ansiedad se elevó al 100%, así que dije “okey, sí me gusta el man”.

Lo que procedió a esa charla, fue un gusto mutuo (o eso pensé) pues hablábamos todos los días y a todas horas. Nos reíamos demasiado, la música que escuchábamos era la misma, pensábamos casi igual, disfrutábamos las mismas cosas, y nos sentíamos bien en compañía… ahí fue cuando me di cuenta: “es igual a mi ex novio”.

El enamoramiento

No sé del todo si me enamoré, pero sí puedo decir que me dolió terriblemente cómo todo terminó. El caso es que vernos en la universidad, hablar todo el tiempo, y compartir algunos momentos, me llevó a quererlo demasiado, quizá, hasta idealizando mi relación anterior con él. ¡Grave error!

Recuerdo que me invitó a un aburrido evento de filarmónica que tuvo la universidad, nos sentamos ahí justo en frente del escenario, para ver a adultos tocar instrumentos durante casi dos horas. También recuerdo que íbamos a tomar café a una tienda chiquita, pero muy bonita, con afiches de músicos por todas las paredes. Conocí su apartamento en un intento de adentrarme en su vida. Me salvó de un charco de agua gigante cuando me alzó y me llevó hasta el otro lado. Vimos una película en un cine completamente vacío. Podría decir que esas fueron las partes bonitas del enamoramiento.

La parte fea y desastrosa

Cuando acepté la idea de que se parecía a mi ex, algo en mí me decía que lo dejara, que no iba a funcionar, que no era para mí… y sí, no era para mí, era para su novia. El man tenía novia.

Cuando recién lo conocí y cruzamos palabras en el salón de clases, al cabo de otros días, lo vi besando a una chica en la universidad, y me dije: “tiene novia, nada que hacer”. Pero, ¿se acuerdan que me escribió a mi chat personal? Bueno, pues ahí, me contó que habían terminado. Ya se podrán dar una idea de cómo me sentí. Engañada, mala persona (porque era el cacho) decepcionada, triste, de todo al mil por ciento. ¡Fue horrible!

Idealicé a este muchacho como si fuese mi ex, y eso me volvió añicos otra vez, porque en mi interior sentía que otra vez me había pasado. Otra vez tenía que dejarlo ir.

Superar el pasado en el presente

Por supuesto que lloré, y por supuesto que recordé mi vida años atrás. Hasta que en un punto decidí parar. Parar de querer conocer gente o intencionalmente, involucrarme en relaciones amorosas, porque ahí, después de dos años, me di cuenta de que todavía no había sanado, y de lo mucho que me estaba costando.

Así es como llegué el cierre del amor propio, entendí que si no hacía lo posible por estar bien, nunca iba a recuperar mi confianza y la fe en que todo iba a cambiar. En que otras veces las cosas serían diferentes. A eso lo llamé así, amor propio.

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