Escrito por Tatiana Torres
Para ninguna es un secreto que podemos generar complejos en los que pensamos todos los días y que incluso llegamos a idealizar en personas que vemos lejanas e inalcanzables.
Por lo menos, crecí con comentarios en los que me implementaron la idea de que para verte “estética” debía tener “piernas delgadas, largas y morenas”, eso con el fin de que pudiera verme mucho más “estilizada”. Ojo, no digo que tener piernas de esa contextura esté mal, no, al contrario, todas somos diferentes y es por eso que cada una debe comprender y entender los complejos de los demás, no crear rivalidades ni comparaciones.
Gracias a esto es que he tratado de cambiar ese pensamiento, poco lógico, que me ha recorrido la cabeza en todos los años que llevo dándole importancia a eso que, para mí, es un defecto y tratando de entender que no soy la única que tiene inseguridades.
Ahora, lo peor del cuento es que nos encontramos con la otra cara, porque en efecto a nadie podemos tener contento por completo.
Cuando tienes piernas delgadas, salen a flote comentarios como “deberías comer más” o “haz ejercicio para que así tus piernas no se vean tan delgadas”, opiniones que, disculpen, pero nadie les pidió, y no, no es ser grosera, es saber que este tipo de comentarios pueden afectar a cualquiera, hablar sobre el cuerpo de alguien más no está bien, no sabes qué inseguridades tiene esa persona y lo mucho que le pueden afectar.
Lo que para mí es un deseo, para otra se puede convertir en un suplicio.
A algunas nos persigue, “el cambio de jeans cada tanto”, ¿por qué? Porque siempre resultan rotos en medio de las piernas, o por ejemplo, se supone que es nuestro talle, pero por el grosor de las piernas no suben, qué lío, el pan de cada día.
A otras las persigue, “no hay con qué rellenar el pantalón”, ¿rellenar el pantalón? Sentir que tu pantalón favorito se ve diferente y fuera de sí, porque tus piernas se ven demasiado delgadas, que lo primero que se note sea una de tus inseguridades no es para nada cómodo.
¿A qué nos lleva todo esto?
Pues así es, nos obligamos a dejar de usar faldas, shorts o pantalones de cierto estilo, lo que como consecuencia nos lleva a que lo que realmente nos gusta se deje a un lado y nos presionemos a no usar lo que nos hace feliz.
Por ponerles un caso no muy lejano, una querida amiga churra se limitó a utilizar pantalones, todo lo que llevaba de vida porque creía que sus piernas no eran lo suficiente como para llevar una hermosa y bella falda que ella tanto quería. Con el tiempo aquella churra aprendió que los estilos los puedes adecuar a lo que tanto deseas y así fue como empezó a ponerse faldas largas, por cierto; porque todo es proceso y aún no se atreve a las faldas cortas (y sí, esa churra efectivamente, era yo).
¿Qué podría hacer para superar mi complejo?
Quisiera darles una fórmula mágica, pero lastimosamente no la tengo y creo que no la podré tener.
Lo que sí les puedo decir es que, si quisieras cambiar, que tan gruesas o delgadas deseas tus piernas, que sea por iniciativa propia, no dejes que la influencia de otras personas hagan que empieces a hacer cosas que realmente no quieres realizar o alcanzar.
La percepción que tenemos de nosotras es una misión que debemos formar y forjar, trabajemos en apreciar cada detalle de nuestro ser. Definitivamente, considero que no es fácil aceptarnos; sin embargo, hay un proceso que nos puede llegar a ayudar para que nuestro desarrollo de autocuidado y auto aceptación se den con el tiempo.